Posteado por: Carlos Lozano Quijada | enero 28, 2014

FISIOTERAPIA EN ÁFRICA: Una experiencia de voluntariado

Un país en el corazón de un continente maltratado.
Un color sobre la piel que aún hay quienes creen que marca la diferencia.
Un joven que padece una enfermedad neurológica y que lucha a diario, con más tenacidad que cualquier «hombre de hierro» cosmopolita, por sobrevivir en un ambiente duro, sin oportunidades, y que cuando se cruza con ese blanquito que simplemente le ayudó un día a hacer sus ejercicios, no tiene más luz en sus ojos que el de agradecimiento.
Una niña que nadie sabe por qué sus articulaciones se quejan y se anquilosan, pero que se siente la persona más especial del Mundo (incluido aquí los mal llamados primer, segundo y tercer mundo) sólo porque le dedicas un rato cada día a enseñarle a usar de nuevo esa mano olvidada.
Otra niña condenada a vivir su infancia con un cerebro parcialmente paralizado, pero que aún puede enseñarnos cómo reír, cómo dar palmas, y cómo abrazar, haciendo «derretir» hasta al tipo más arisco y soso. Una madre (una buena madre) que no se rinde ante la aparentemente inevitable condena de su hijo y que lucha por ayudarle a que sea algo más autosuficiente y feliz en ese mundo hostil.
Unos profesionales de fisioterapia ávidos por aprender de un blanco que se sorprenden cuando descubren cuánto tienen que enseñar ellos también a ese blanco.
Unos niños hospitalizados que son capaces de olvidar sus dolores con sólo dedicarle diariamente unas sonrisas… y «hacer piña» con ellos como si de un equipo de fútbol de super-estrellas se tratase.
Otros niños que enseñan el valor de la inocencia y la pureza demostrando que no necesitamos ningún parque de atracciones para emborracharnos de vida y de risas, y que se deleitan con ello dándote el privilegio de ser espectador en su jolgorio.
Unos niños a los que lo que más les ilusiona cada tarde es cruzarse con esos blancos que salen a correr entre los poblados porque lo único que quieren es correr a su lado, pese a que los blancos calcen unas zapatillas que valen lo que sus padres ganan en casi un año y ellos, en el mejor de los casos, unas sandalias destrozadas. Otros niños que posiblemente nunca se han visto en una imagen, y que se entusiasman y desbordan alegría (y sonrisas) cuando se observan en la pequeña pantalla de un móvil de esos que dicen inteligente, y que sin saberlo te enseñan a que «museke» es mucho más que una palabra ruandesa.
Niños bailando danzas de agradecimiento por darles algo que nosotros normalmente no apreciamos: nuestro tiempo con los que lo necesitan.
Y miradas. Mil y una miradas que surgen de las cunetas de esas carreteras por las que un emocionado grupo de blancos circulan en coche. Miradas que dicen mucho, pero que esperan más. Miradas que te esperan a ti, a tus proyectos, a tus ilusiones, y que sueñan que entre esas ilusiones esté lograr que el lugar donde se nace, la religión o el color de piel, no sean la diferencia para tener una vida mejor o peor. En definitiva, una mirada que sólo desea que la miremos de igual a igual, sin creernos superiores ni mejores y sin finalmente tener que apartarnos para atenernos a eso que tanto nos gusta de «ojos que no ven, corazón que no siente». Algo en lo que podremos escudarnos o escondernos, pero que no nos salvará de esa mirada que continuará allí esperando a que seamos lo suficientemente valientes para movernos no sólo por nuestro bienestar, no solo por nuestro beneficio propio.

Y es que, aunque cerremos los ojos, la mirada de África seguirá ahí, fijamente sobre nosotros esperando una respuesta (aunque sea tardía) y con la paciencia inequívoca de un niño que espera su merecida ración diaria de sonrisas… pese a que muchas veces para ello sólo necesite poder llenar su estómago con un esquivo plato de comida.


Respuestas

  1. Me ha encantado Carlos, la verdad es que tanto lo que escribes como el vídeo tiene tanto para darnos que pensar que hasta me da vergüenza de nuestra forma de vida en estos países «avanzados» en los que vivimos. El cambio mental es lo que tapamos con ese «ojo que no ve corazón que no siente»… A ver si la tecnología y personas con tu vocación hacen que los «privilegiados» podamos descubrir esa ilusion de bañarse en un charco de barro…cosa que quizá cualquier niño puro desearía hacer…antes que nuestras sociedades nos ensucien la vida con un «Noo te bañes en el barro!!!…te vas a ensuciar!!!!»

    • También me parece precioso el vídeo, pero no estoy de acuerdo en todo lo que dices Julian. Estás midiendo su felicidad con el rasero de la felicidad del mundo occidental en el que vivimos… yo no he estado en África, quizá tú sí, pero no estoy 100% seguros de que la gente de África sea tan infeliz o tan desgraciada como muchas veces nos hacen ver. Tendemos a medir su vida con nuestros valores y prioridades y ellos tendrán otros…
      La verdad es que esto lo he leído un poco entre líneas de tu comentario, y quizá me esté pasando de listo, ojalá no 🙂
      No creo que seamos peores ni mejores que la gente de África por vivir como vivimos, porque vivimos como se nos permite, igual que ellos…
      No hace falta irse a África para ver a niños bañándose en charcos de barro radiantes de felicidad…

      Por otro lado, no digo que la cooperación para el desarrollo no sean necesarias, pero precisamente como se dice en el vídeo, no es tan solo importante lo que ellos aprendan de nosotros, sino también lo que podemos aprender de lo que ellos tienen que aportar.

      Y no quiero que se lean mis palabras como un juicio de bueno/malo, todo lo contrario. Todo puede ser constructivo, aprovechémoslo.

  2. Carlos,un grand y amistoso salud desde Porto-Portugal. Sou dirigente de uma Associação Escutista de Adultos Portuguesa,filiada na ISGF-AISG. Estamos empenhados na implantação do Escutismo para Adultos em Cabo-Verde e outros Paises Lusofonos. A reportagem do voluntariado no Ruanda chamou-me a atenção para a sua adaptação ao terreno. Devo dizer-lhe que é uma região que conheço pois trabalhei no vizinho Congo em minas muito próximas do Ruanda e do Burundi.Estou empenhado como dirigente escutista em ajudar com a minha associação e outros grupos intervenientes na recuperação de 10 crianças, algumas escuteiras, que vivem no Municipio do Tarrafal, Ilha de Santiago-Cabo Verde,e que são deficientes motores devido a problemas de paralesia infantil. O chefe de Escuteiros local pediu-me ajuda para melhorar as condições de vida dessas crianças. Em Portugal não encontrei jovens voluntários disponiveis para essas ações. Essas crianças são assistidas por um massagista local, mas naturalmente com condições,meios e conhecimentos limitados. Será que com a vossa ajuda poderiamos iniciar um trabalho mais completo, recuperação progressiva, formação de outros auxiliares locais? De momento não temos meios apenas a promessa de alojamento e alimentação temporária oferecida pelo Grupo Local do Lyons Club da Lusofonia.Estou a preparar um Projeto para pedido de ajuda à ISGF-AISG-Bruxelas para custear outras areas do Projeto. Será que poderiamos contar com a sua valiosa e experiente ajuda? Aguardo reconhecido o seu contato para
    atfontinha@sapo.pt

    • Hola Antonio;
      Si te parece te contestaré directamente al mail, para establecer un contacto más privado.

  3. hola Carlos te escribo desde Puebla México, soy estudiante de fisioterapia de 2do año, y la verdad es que estoy muy interesado en realizar un voluntariado en países como este, me gustaría saber si tienes alguna información de a donde puedo acudir para hacer mi sueño realidad. muchas gracias.

    • Hola Carlos.
      Este voluntariado lo hice desde un proyecto de mi universidad, realizado sólo para gente de esta universidad. Hay muchas ONG que pueden abrirte la puerta, pero tendrás de buscar por internet y preguntar mucho. No te puedo ayudar más que con eso. Mucho ánimo en conseguir tu sueño!!!

  4. me gustaria ayudar con el viaje de voluntariado que requisitos se necesita


Deja un comentario

Categorías